martes, 7 de octubre de 2008

Delirios madrugados


En el intento frustado por escribirte una carta me quedé pegada a mis historias reales: a mis miedos eternos, a sus porqués. Me colgué de una pelusa que encontré en tu ombligo para no caerme, pero incapaz de contenerme,me soltó al vacío. Mi cuerpo cayó por horas y miro en la noche las estrellas que no brillan, aprendió a descrifar palabras ausentes. Después de días de caer mi cuerpo fue a parar justo al costado de una pila hecha con mis deseos vueltos gemas .Miré uno que brillaba un poco más que los otros , rojo en la penumbra, y lo reconoci al instante. Lo miré desconcertada. Hace tanto que no te veía pensé. El deseo me devolvió una mirada esquiva.

-Me prometiste hace ya tiempo sacarme de esta pila de recuerdos gastados. ¿ Dónde estabas?

-Te estoy buscando una casa.

-¿Tanto tardas ?

-Tiene que tener patio, juegos y perro. No es tan fácil- le contesté

-¿Vas a dejarme con la pila mucho tiempo más?

-Ahora que te veo...

Mi deseo gastado brilló ahora un poco más rojo. Me miro de reojo y amenazó con no volver. Le rogué por favor que no lo hiciera. Corrí un poco mis ideas torturadas y le hice un lugar en mi cabeza.

-Hay demasado ruido-me dijo mi deseo desde adentro- ,no puedo dormir.

- Ya vas a acostumbrarte.

- No paran de hablar

- Dormite y no les hagas caso. Vas a ver como se ofenden y se van.- lo acaricie desde lejos.

Mi deseo durmió, por fin, acunado por mis miles de voces. Quizás, ya no sea necesario encontrarle una casa.

1 comentario:

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.