sábado, 23 de mayo de 2009

viernes, 15 de mayo de 2009

El llevador de milagros




La tarea no resultaba sencilla. Un milagro por día, ni uno más, ni uno menos.
El Llevador sabía que algunos milagros debían ser lo suficientemente grandes como para mantener la creencia en ellos y que otros debían resultar lo suficientemente pequeños como para pasar desapercibidos, casualidad pura.

Tres semanas atrás El Llevador le había concedido la cura de una enfermedad silenciosa a un niño en África. Por lo menos le quedaban dos semanas de milagros casuales.

Eran casi las doce de la noche y El Llevador todavía no había encontrado su milagro para el día siguiente, cuando vio una mujer revolviendo fotos añejas frente a la ventana. Los ojos aguados de la mujer ocultaban tras de sí veinticinco años de ausencia. En las fotos, una y otra vez, un joven de mirada esquiva.
¿Qué habrá sido de vos? se preguntó La Mujer De La Ventana para si sin sospechar que El Llevador la escuchaba. Fue entonces que El Llevador supo que había encontrado su milagro para el día siguiente y se dispuso a buscar al hombre de las fotos ahora veinticinco años mayor. Pensó que quizás tendría que dar la vuelta al mundo para encontrarlo, pero no fue necesario. El Hombre De Las Fotos seguía viviendo en la misma casa donde había vivido siempre, a sólo unas cuadras de la casa de La Mujer De La Ventana.
Ahora todo era fácil. Retrasar unos minutos a La Mujer De La Ventana, desviar unas cuadras el recorrido cotidiano de El Hombre De Las Fotos y así, sin más, en un atardecer cualquiera dos personas volverían a encontrarse veinticinco años después, por casualidad, en una ciudad de veinte millones de habitantes.

Tres días antes en una ciudad del norte de México una mujer de casi cien años veía nacer a su tataranieto.

Tres semanas atrás, en algún lugar de África un niño nacía libre de SIDA.

El 31 de diciembre del año anterior, Mariana de treinta cuatro años chocó con su auto el auto de Iván. Cupido actúo de inmediato.

Cinco años atrás, en un campamento de refugiados en Afganistán, un fotógrafo de la National Geographic volvía encontrar a la joven que lo hizo famoso y le quitó el sueño.

Un trece de julio de 1979, una joven estudiante de Medicina acusó de hiperquinético al joven de la mesa de al lado. Once meses después se casaron.

En 1945, miles de personas lograron sobrevivir a los campos del exterminio nazi.

Un día de julio de 1920, una anciana recién llegada del Viejo Continente tomaba, por primera vez desde su llegada un chocolate caliente. El sabor resultó exactamente igual al de su Italia natal.

Ciento cincuenta años antes, en alguna parte de San Juan una mujer que cargaba con su niño murió tratando de atravesar el desierto. Su hijo fue encontrado vivo no se sabe cuanto tiempo después.

Dos mil años antes, en algún lugar del actual Israel un profeta joven tornaba el agua en vino.

lunes, 4 de mayo de 2009

Deseo





Besos de papel pintado y

una soga que no ahogue ni suelte

Trescientos treinta y tres barriletes de colores que despierten

a una lluvia de labios desvelados

Cajones rotos

Médanos de olvido y

un junio que no llega y

se ahoga en tus brazos