domingo, 29 de junio de 2008

En el espejo



Este chico llega en quince minutos y yo sigo sin vestirme. No sé que ponerme, nunca sé que ponerme. El vestidito negro es demasiado arreglado, casi de fiesta, demasiado escotado, no deja nada a la imaginación pero si me pongo los jeans con la polera y el chalequito negro parece que voy al supermercado. ¡Siempre lo mismo! Odio los principios :uno nunca sabe que hacer, que ponerse, que decir ,que sentir, que no sentir, no sabe si tener ganas o no tener ganas porque si te acostás con el tipo sos una puta pero si no te acostás sos una santa puritana aburrida y vaya a saber Dios que quieren. Si das porque das, si no das porque no das y después NADA, la nada hecha persona y el teléfono que después de hoy no suena y él que no llega y faltan diez minutos y sigo sin vestirme.
Mejor me pongo los jeans con una remerita y punto ¿Me pinto? Me pinto pero no mucho. Un poco de rubor, un poco de brillo en los labios sino parezco una de esas muñecas de porcelana que me traía papá cuando viajaba. No me olvido más, me llenaba el cuarto de muñequitas de porcelana perfectas y cuando tenía ocho , diez, hasta doce años bueno pero a los quince a los dieciséis a los ¿veinte?Si me llega a ver ahora toda preocupada por ver que me pongo para salir con un tipo se muere o me mata o quizás lo mata a él. ¿Me pongo el perfume de siempre o abro el nuevo? Odio la incertidumbre. No saber que pasa, que esperar, que no esperar. Odio la idea estúpida de que te gusto y me gustas pero hay que hacerse los pelotudos, dos pelotudos grandes jugando a las escondidas, como si yo no supiera que vos me querés coger y como si vos no supieras que yo quiero pero me voy a hacer la que no porque qué diría papá y la abuela que de la cintura para arriba todo y de la cintura para abajo nada y peor, qué dirías vos. Esta mina es re fácil al final son todas putas.
Y yo que no quiero ser puta, porque no quiero ser descartable, porque cada vez que me tiran me duele, porque me quiebro y entonces me acuesto y dejo de querer salir y todo se vuelve negro otra vez y al otro día no me quiero levantar, pero NO. Porque seis horas más tarde hay que empezar de nuevo porque el mundo no para ni aunque le pongas freno de mano porque nadie nunca te espera y porque sino corrés el mundo te deja atrás y no lo alcanzas más y gira y gira y gira.Y vos que lo único que querés hacer es dormir y no sentir no pensar no latir no creer no esperar y NO, NO y NO. Pero hay que ir al trabajo y a la facultad y pagar las cuentas y bañarse y comer y todo eso que todos los días lo haces casi sin darte cuenta, como respirar, de repente se replantea se piensa se sufre.
¡Ay que ganas de no salir! Es todo igual ,siempre igual: uno sale no piensa , se ilusiona piensa y el teléfono no llama y el no llega y nunca llegan y todo se va, desaparece , muere porque la gente muere a cada instante en todos los instantes y cuando no venis te moris, te moris porque dejás de existir , dejás de ser porque si no venis yo no te veo y para mi ,que soy un bebé, que si no te veo no estás. Y si no estás debe ser porque te moriste y va a haber que ir a tu velorio y me voy a vestir de negro con el vestidito ese de fiesta y voy a llorar y voy a parecer una puta. Amor desamor, ilusión desilusión y caer. Tropezar una y otra vez con la misma piedra y yo no quiero ¡no quiero, no quiero!. No quiero quererte ni a vos ni nadie , no pienso querer a nadie si total

viernes, 20 de junio de 2008

Aires cálidos desde Venezuela



Marumba, negrita mía:
Bailabas al compás de tres compases. Al compás de tus caderas y al latir de otros latidos, de los corazones que salían a la calle cada vez que bailabas por el pueblo con la excusa de hacer las compras.
Hiciste vibrar a generaciones de hombres que no se atrevían siquiera a acercarse al tesoro de tus ojos verdes y tu piel color oliva. Generaciones de hombres de mar que retrasaban sus velas para ver tu cabellera recién levantada en la ventana.
Caminabas por la vida bailando. El cuerpo lleno y el corazón tan solo, tan lejos de esta playa y tan cerca del Viejo Mundo. Bailabas para olvidar a tu amor perdido, al único hombre del pueblo que jamás reparó en tu cintura.
Un día, negrita mía, te quedaste sin camarones para la cena y bajaste al puerto a buscarlos. Ninguno de ellos se atrevió a hablarte, vueltos piedra por tu hechizo de Medusa, pero yo no te conocía. No había aprendido del encanto de tus caderas, ni del de tu forma de hablar cantando , ni de tu olor a jazmines perennes así que te vendí camarones y, justo antes de dártelos, subí la vista. No tuve más opción que enamorarme de tu piel oliva y de tus ojos verdes. Miraste mi pelo rubio, casi ceniza, mis ojos mar , mi piel roída y se te iluminó la sonrisa. Me dijiste Marcos y no te lo negué nunca; como si negué mi patria y hasta mi religión por la alegría de dormir cada noche entre tus piernas.us piernas.
Justo ahora, antes de verte llegar al altar vestida de blanco, quería confesártelo: me llamo Juan Antonio, negrita. Aunque podés seguir diciéndome Marcos

martes, 17 de junio de 2008

La otra herida

Los días pasan y ese instante se aleja cada vez más en el tiempo, sin embargo, toda idea, pensamiento o recuerdo me trae de vuelta a la hora cero. Cuando dejé de ser yo para convertirme en ella.


La muerte nos vuelve otros.


Facundo tenía cuatro meses. Cuatro meses desde el instante en que finalmente lo sentí dentro mío. Un universo crecía en mi cuerpo. Facundo latía, pensaba, sentía. Facundo era nuestro, MIO.


Me desperté a la mañana y fui al baño, como siempre. Mientras yo hacía pis Rodrigo se lavaba los dientes. Vi sangre en el inodoro mucha sangre y aullé. Rodrigo me acostó en la cama y llamó al médico lo más rápido que pudo. Media hora más tarde el doctor estaba parado al lado mío. Sus labios se movían pero me era imposible interpretar lo que decía. Los movimientos de su boca me llevaban a una cueva en lo más profundo de mi ser. Sentí los dedos que me revisaban por dentro. Lloré de dolor, de miedo, de desconcierto. Rodrigo había ido a abrirle la puerta al médico: estaba sola, sola en una cama gigante, en una cáscara de nuez en el mar, pérdida, desamparada. Grité el nombre de mi hijo con todas mis fuerzas. Rodrigo me encontró en posición fetal en la cama.


Vas a tener que calmarte. Facundo está bien pero todavía hay riesgos. Vas a tener que quedarte en cama. Nada de moverte, nada de gritar, tenés que estar tranquila. Me voy a quedar todo el tiempo con vos. Yo los amo no les vas a pasar nada. Fabiana, ¿me escuchaste?


Lo había escuchado. Hice una mueca, intenté decir que sí. Me sentía disociada, mi cuerpo no me pertenecía, sólo podía sentir el dolor de mi hijo y la sangre que todavía me corría por las piernas. No podía siquiera moverme estaba aterrorizada. Rodrigo se acercó con una taza de té.La tomé y me quedé dormida.


Pasaba el tiempo: me era imposible dilucidar si eran minutos u horas, días o semanas. Escuchaba a kilómetros de distancia las voces de mi madre, la de mi hermana, la de Rodrigo que se esforzaba por traerme de vuelta, los médicos que me rogaban colaboración. No podía responderles. Me había enquistado a un costado de mi útero, al lado de Facundo en mi intento por escucharlo latir, por sentir su vida aún presente. Pasó. De repente, sin aviso previo, dejó de latir . Esos golpecitos rápidos que nos ataban a los dos a la vida habían desaparecido.


Abrí los ojos. Vi a toda mi familia pegada a mi cama. Sus gestos lo decían todo : hacía una semana que no me movía , no hablaba , me negaba a comer. Rodrigo le había rogado a los médicos que hicieran lo posible por continuar el embarazo. Sabía que yo no podía cuidarme, me cuidó él por mi. Me alimentó a cucharitas.
Abrí los ojos. Ya pueden irse, Facundo se fue. El médico se abalanzó sobre mí, puso el gel frío en mi panza y comprobó lo que yo ya sabía: los latidos habían desaparecido. Quisieron abrazarme, consolarme, no había nada que pudieran hacer. Les grité que se vayan. Rodrigo se negó a obedecerme.


Yo te entiendo. Sé que lo buscaste toda la vida. Sé que lo buscamos hace cinco años. Pero tenés que seguir. Tenés que seguir porque hay más vida, porque vamos a tener otros hijos, porque yo sin vos no sé qué hacer.


¡Estaba adentro mío! Yo lo sentía. Yo sentí el exacto momento en que me volviste madre. Yo sentía sus latidos aunque no sea posible. ¡No podés entender lo que siento!


Cerré los ojos y volví a dormir. Veía el sol aparecer y desaparecer entre las rendijas de la persiana, a Rodrigo traerme comida, veía el mundo pasar a mi lado y seguía sin poder moverme. No podía siquiera pronunciar una palabra, había olvidado como posicionar mi lengua para emitir un sonido, como darle la orden a mis músculos de que muevan, aunque sea, uno de mis dedos.


Un día escuché a Rodrigo decirme que el no podía seguir peleando por mí, que no le había dejado opciones, que no me había dejado opciones. Me acompaño en la ambulancia.


La ventana de mi cuarto se ha convertido en todo mi mundo. Rodrigo viene siempre a visitarme. Cada día en terapia repito lo mismo: algo murió dentro de mí.

lunes, 2 de junio de 2008

Historia de una batalla


El hombre hace, la mujer es.
Robert Graves
Somos La Grieta, La Grieta es nosotras.
La Grieta, Doris Lessing.




I

En el principio tu cuerpo se asemejó a otro cuerpo
Fuiste filo grieta herida
En el principio tu esencia fue no ser
fuiste falta

En el principio La Nada fue creadora
luego la reemplazaste
Diste forma nutriste creaste
Fuiste cobijo de sueños propios y ajenos
de visiones de un futuro no perdido
de la esperanza guardada en lo más profundo de tu alma
de todas las almas



Fuiste pan calor cuna
Fuiste tierra y agua
divinidad proveedora
Diste frutos y quedaste sepultada

Vigilada por barrotes de tul
por siglos de obediencia
por aquellos monstruos
que alguna vez creaste

Obligada a dar a recibir a ser objeto



II



Gritaste desde lo más profundo de tu grieta el dolor de tu ofensa
Quisiste traspasar el muro
derribarlo con tu cuerpo desnudo
ganar en meses lo perdido en siglos
ser dueña
elegir cuando

Desgarraste el vestido de tules



Quisiste Ser No estar No cumplir



Ser capaz de todo
de vivir una vida independiente de tu vientre
de tu histeria fundante



Independizarte de todo
De todos
Lo lograste
O casi

Y ahora que
tu cuerpo o el suyo
tu libertad de elegir o tus ganas de anclar
la cuna o vos


Ahora el dilema