sábado, 23 de agosto de 2008

Flagelo


Volabas, y la humedad te sacó de un sueño.
Creíste haber vuelto a tu costumbre fuertemente arraigada de mojar la cama por las noches; pero no. La luz que entraba por la ventana que olvidaste abierta, te mostró el rojo de tu colchón bañado en sangre. Corriste a darte una ducha pero todavía faltaban dos horas para que el despertador osara arruinar tus sueños.
El miedo al baño de sangre te volvió bicho-bolita acurrucada en un rincón oscuro de tu living. Jugaste a ser invisible pero amaneció, como cada mañana, y sentiste miedo de tu propia sombra.
Fuiste hasta el cajón y sacaste el pantalón de raso negro. Una pierna, luego la otra y escuchaste el ruido de la costura al romperse. No fue lo único que no resistió más.
Sacaste hilo y aguja del botiquín y sellaste tus labios contra el raso negro sin derramar una lágrima.
Para que nada más entrara, para que nada más saliera.

No hay comentarios: