martes, 30 de diciembre de 2008
Florideando
Ella caminaba calma en el río de cuerpos en celo. Él, en la otra punta de ese mismo río, se dejaba arrastrar por el frenesí de los pasos. Ella caminaba serena como toda persona que no va a ninguna parte, él corría para llegar a la meta.
El traquetear de las suelas se tornaba melodía en Florida, hasta lograr fundirse con una cuerda de guitarra en vilo y los gritos de un vendedor de sueños por dos pesos. Ella añoró el olor de su jacarandá favorito y decidió ir en su encuentro; el calculó minutos, sumó años perdidos.
Ella miró alrededor y su solera de seda le resultó inadecuada entre los trajes negros. Un acorde cubano-herido llegó a sus oídos y provocó la lágrima. Sus pasos sin rumbo giraron entonces siguiendo el sonido y Alma fue a parar junto al joven de barba que rezaba la pérdida de una mujer. Juan levantó la vista y sus pies casi terminaron con la vida, todavía no comprada, de unas lámparas de metal vueltas luciérnagas que habitaban el piso. Las esquivó y se topó en el camino con un cuerpo capaz de detenerlo. Giró sus ojos y se encontró con el negro de otros ojos, capaces de penetrar cuerpos y sanar heridas. Alma, en cambio, vio miedo; atajó el cuerpo en caída, le tendió la mano y le dijo Bienvenido.
viernes, 26 de diciembre de 2008
Recovecos
Será que me duelen los días ,que me hallo dormida, que miro a través y me siento incapaz, que me hago cargo de casi nada y me identifico con casi todo.
Será que me habitan deseos perennes, que me arden los ojos, suspiran mis lágrimas y ardo en delirios.
Que no sé como nombrarme.
Será que me duele el olvido y las palabras sin decir, que me hartan tus besos, que no encuentro los pasos, que la tristeza me invade y se me vuelve vacío que sólo calma con piel, con todas las pieles del mundo cobijadasen tu voz, convertidas en cuerpo que acaricia, que abraza, que duerme de lado.
Será que me condena el invierno y las primaveras por venir, que no pude entenderme y no sé cómo nombrarte, que en el camino me deje olvidada y que caí rendida
harta de todo
incapaz de volver a encontrar mis pasos, perdida sin salida en este laberinto donde ya nada me ata.
lunes, 22 de diciembre de 2008
El encuentro. Parte I
Como todos los viernes Diana subió en ascensor hasta el quinto piso. Una vez en el pasillo, sacó el pañuelo de seda negra que llevaba en la cartera y se vendó los ojos. Caminó de memoria hasta el departamento “C”, empujó despacio la puerta entreabierta y se adentró en el espacio donde la oscuridad se adueñaba de todo.
- ¿Estás ahí? - dijo estirando una mano al vacío mientras con la otra se deshacía de la venda que le cubría los ojos.
- Siempre-. La voz de Franco golpeó sus oídos y el olor del incienso mezclado con la fragancia a maderas que él usaba cada viernes la invadió.
Diana se acercó despacio, intentando no enredarse con los almohadones en el piso, pero no los encontró. Le resultaba difícil adecuar sus ojos a la oscuridad, a pesar, de que lo hacía hace ya tiempo. Cada viernes era abrir la puerta a un mundo tan lleno de luz que sus ojos no lograban acostumbrarse. Ya eran meses de oscuridad acordada (porqué no impuesta) y él nunca había osado romper esa penumbra.
-Estás dando más pasos que de costumbre - gritó la voz en algún lugar del espacio-. ¿Te perdiste con el cambio de lugar de los muebles?
- ¡Era eso!- la voz chillona de Diana lo golpeó como una palmadita en la espalda
Diana daba pasos por el espacio, aún perdida. Agitaba los brazos queriendo tocarlo pero no lo lograba; él extendió una mano al vacío y esta fue a dar justo en el hueco de la rodilla de ella. La tumbó con el movimiento.
-¡Acá estás!- dijo Franco mientras la atrapaba en caída para acostarla, segundos más tarde, sobre los almohadones que jamás dejaban de rodearlo.
Diana lo besó despacio y sintió en su lengua un dejo de amargura. Le desabrochó despacio los botones de la camisa, rozó la punta de su nariz contra la barba apenas crecida, quiso morderle el lóbulo de la oreja. Él acarició la suavidad de las piernas apenas cubiertas por una pollera. Dejó volar sus manos hasta llegar a la entrepierna, acercó sus labios.
Se entregaron al delirio de saberse sin control, a la no pertenencia de los cuerpos. Las manos enlazadas recorrieron los cuerpos de punta a punta, las lenguas lamieron cada centímetro de piel. Él se dejó vibrar al compás de unas manos tan conocidas como ajenas, ella se sintió capaz de nadar en el mar de sus fluidos.
Ahora Diana lo acunaba en sus brazos, le acariciaba el pelo como si fuera un niño. Acercó su oreja al pecho amplio de Franco. Lo sintió latir.
-¿Qué te pasa?- le preguntó- Parece que tuvieras miedo.
- Puede ser- le respondió él-, parate.
- ¿Para qué querés que me pare?
- Parate y da dos pasos a tu izquierda.
Diana tanteó el piso con sus manos para lograr incorporarse. Lento, dio los dos pasos a la izquierda. Puso las manos contra la pared para tener un punto de apoyo, sintió en sus palmas la superficie fría.
- Vos y tus juegos de siempre.
- ¿Sentis el cuadrado en la pared?- le dijo mientras él también se incorporaba del piso.
Franco apoyó su palma rugosa sobre la pequeña mano de Diana. Ella sintió en la yema de sus dedos una elevación y la recorrió intentando descubrirla. Si llevaba los dedos hacia el centro la elevación se tornaba valle y un poco más allá la sorprendió algo similar a una tecla.
- ¿Qué pretendes que haga?
- Es un interruptor-. dijo la voz de Franco temblorosa- Si querés… podés prenderla
El encuentro. Parte II
Quiso decirle que lo habían extrañado las mañanas de domingo, las tostadas con manteca del desayuno, la ducha entreabierta, el césped a medio cortar. Pero no lo había hecho y sus palabras habían perdido sentido de tan añejas, de tanto no nombrarlas. Ahora que por fin se había acostumbrado a las ausencias, que había logrado disfrutarlas, que el cuerpo se había endurecido de veras, que los velos dejaban de ser tul…
No quiero, se dijo, no quiero, ya no. Ya no me sirve. Diana lo sintió acercarse.
Franco apoyó su pecho contra la espalda de ella, la rodeó con sus brazos, la acercó a la pared. La habitación blanca brilló de repente. La mano de Franco se posó en la mejilla de Diana, la acercó a su cuerpo. Ella dio una vuelta sobre sí misma despacio, enredó sus labios con los de él; volvió a cerrar los ojos.
viernes, 19 de diciembre de 2008
Principios, finales y la emotividad al palo
Si juntamos eso con quehoy me recibí creo que no puedo decir nada más. No encuentro las palabras para expresar lo que siento. Así que les dejo una canción de BEBE que dice todo eso que hoy yo no puedo.
Ella sa cansao de tirar la toalla
se va quitando poco a poco telarañas
no ha dormido esta noche pero no esta cansada
no mira ningún espejo pero se siente to’ guapa
Hoy ella sa puesto color en las pestañas
hoy le gusta su sonrisa, no se siente una extraña
hoy sueña lo que quiere sin preocuparse por nada
hoy es una mujé que se da cuenta de su alma
Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
Hoy vas a comprender
que el miedo te puede romper con un solo portazo.
Hoy vas a hacer reir
porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto…
Hoy vas a conseguir
reir tanto de ti y ver que lo has logrado que…
Hoy vas a ser la mujé
que te dé la gana de ser
Hoy te vas a querer
como nadie ta sabio queré
Hoy vas a mirar pa’lante
que pa atrás ya te doy yo bastante
una mujé valiente, una mujé sonriente
mira como pasa
Hoy nasié la mujé perfecta que esperaban
ha roto sin pudore las reglas marcadas
Hoy a calzado tacone para hacer sonar sus pasos
Hoy sabe que su vida nunca mas será un fracaso
Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
Hoy vas conquistar el cielo
sin mirar lo alto que queda del suelo
Hoy vas a ser feliz
aunque el invierno sea frio y sea largo, y sea largo…
Hoy vas a conseguir
reir tanto de ti y ver que lo has logrado…
Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
Hoy vas a comprender
que el miedo te puede romper con un solo portazo.
Hoy vas a hacer reir
porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto…
Hoy vas a conseguir
reir tanto de ti y ver que lo has logrado
sábado, 13 de diciembre de 2008
Anochece
una casa todavía habitada
niños vagando en otros días y
juguetes dibujados en la pared
La luz azul fosforescente de un hotel barato
refugio de miles de cuerpos
las habitaciones donde dormí en mis viajes
acompañada, únicamente , por tu ausencia
Miles de balcones y
una grieta que desanda sin traerte
Una cortina anaranjada
para la niña de tu ojos
Una virgen sin padre
abandonada en su celda de cristal
Un sauce llorando penas ajenas
Otras escaleras al cielo
el vestido blanco-azul-rojo y
alguien esperándote del otro lado
Un cochecito de bebé
jueves, 4 de diciembre de 2008
Tras la puerta III
Quizás abra la puerta y
te encuentre enroscado a mis pies
desnudo como un niño en la siesta de la tarde
O te vea llegar cobijado en tus miedos
y te tienda la mano
me lance al vacío y
vos me sigas
Quizá los miedos se queden arriba
sábado, 29 de noviembre de 2008
Tras la puerta II
y sentir el abismo a los pies
Jugar al borde
buscar el filo
Caminar en pasitos de cornisa
y en el segundo menos pensado
caer
de bruces
circular
rendida
en caída libre
en tierra
y a oscuras
Caer
en cruces sin nombre
en lápidas sin futuro
en entierros ajenos
en el pasado olvidado
y en los destinos inciertos
en el mar de unos labios sin boca ni besos
en la pesadilla eterna de los vivos
y el sueño constante de los muertos
en el colchón que te espera cada tarde…
Y volver
lunes, 24 de noviembre de 2008
Tras la puerta I
Quizá los sentidos se cubran de blanco y todas las voces del mundo me lleguen cobijadas en tu voz . Tal vez me vuelva deseo eterno, alma en pena, sueño ausente o, cruce la puerta y me vuelva miedo. A no tenerte, a no encontrarte siquiera en sueños, a que te escapes de mis manos y te diluyas antes de poder rozarte, a que no llores, no te rías, que no crezcas. Miedo a que no llegues mi Nannerl pequeña.
Será por eso que me quedó del otro lado, a la espera de que mis pesadillas no despierten.
martes, 18 de noviembre de 2008
Lo que quedó
El casco, la moto y vos. Las tardes en Costanera y las callecitas de San Telmo. Una pulsera punto peruano y tres mil maneras de engarzar el tiempo. El piso de cemento de un refugio en cualquier parte. Una sentencia grabada en la pared. Tu casa y los techos fríos, la ventana a medio cerrar y Julia durmiendo en nuestros brazos. El acolchado blanco y negro de la cama voladora que jamás compramos. Bob Marley esperando en vano e Ismael cansado de gritar. Una banda pensada para dos. Tus celos y mis ganas. Zapatitos blancos en árbol de Navidad. Las miles de veces que te amé. Tu cámara de fotos y las baterías sin cargar, el mundo dado vuelto con la excusa de una lluvia esquizofrénica, un mensaje de texto, punto final.
martes, 11 de noviembre de 2008
¡Basta!
En el medio de la noche los ojos de Eva se abren al mundo y su garganta emite un grito profundamente herido. En la oscuridad de la noche, el grito atraviesa el silencio y llega a miles de puertas cercanas. Ninguna se abre.
viernes, 24 de octubre de 2008
A oscuras
Ahora miro tu sombra dibujada en la pared y descubro la punta de tu nariz que me olvide de descubrir por la mañana, tus ojos azul cielo volviéndose grises. Tu sombra es siempre mucho más real que los besos, que los labios que no acaricio, que todas las certezas. Vuelvo a verte reflejada en la pared y tu pelo cae dibujando el tobogán de los días. Pero no. En tu plaza no hay, ni habrá, lugar para mis juegos.
jueves, 16 de octubre de 2008
Desde algún lugar del placard
Busco en el placard el atuendo ideal. Pantalón de jean ajustado, cada cosa en su lugar. Diez centímetros de taco disimulados en la botamanga del pantalón. Escote no demasiado pronunciado. Maquillaje al tono.
Me acerco a vos: ojos abiertos, cabeza altiva. Me acerco a vos: gata, fiera, domadora. Me acerco y mi piel se eriza ante el peligro. Tus ojos me miran.
Hoy ya no medís cinco centímetros más y son mis ojos los que se clavan en los tuyos. Tu boca se abre y emite un sonido, mis pupilas se dilatan.
-No voy a volver- tu voz sonó firme en el espacio-. No voy a volver porque no pienso irme, porque tengo ojos y veo a través, porque no va a alejarme una armadura de telas.
Mis hombros descienden un poco y la sangre llega a mis dedos.
-No te vas a ir porque no voy a dejarte. Porque te gusta correr pero hoy no. Hoy hay brazos donde descansar.
La voz segura, incapaz de moverse, le devolvió el dolor a mi cuerpo. Ahora los párpados se vuelven lágrimas y el maquillaje se corre.
- ¿No te dás cuenta? Ya no tenés donde correr. Se te agotaron los lugares a donde ir. El mundo ya está descubierto.- tus brazos se acercan en el intento de abrazarme.
Mis ropas caen una a una y las telas se deshacen en el piso. Abandono mis tacos y tus cinco centímetros vuelven a cubrirme. Me agacho, me enrosco y me hago chiquita. Me vuelvo niña envuelta en mi camisa blanca. Tu cuerpo, hasta recién diminuto, se ha vuelto enorme ante mis ojos y ahora se agacha para recoger al bebé arropado por las mantas; y acunarlo.
Te miro, y te percibo Azul.
sábado, 11 de octubre de 2008
Carta a un padre
¡Feliz cumpleaños, viejito! Sesenta y cinco ya. Apenas agarré el papel para ponerme a escribir me puse a pensar cuando fue la última vez que te vi. Fue tu cumple de sesenta, mamá te había organizado una fiesta sorpresa y vos estabas feliz. Bailaste toda la noche. Hasta te sacaste la camisa y la corbata y te tiraste a bailar al piso mientras yo daba vueltas alrededor tuyo al ritmo de la música árabe. Mamá estaba roja, no sabía donde esconderse. Odia cuando hacés esos papelones.
Hablé con mami ayer y me contó que no sabía bien que iban a hacer para festejar.Seguro comen afuera. Me prometió mandarme las fotos. Es increíble como aprendió a usar la computadora. Ahora no para: son las dos de la mañana, suena el Skype y seguro es ella. Vos nunca llamás, por eso te escribo. Para tenerte un poco más cerca.
Hace ya tres semanas que llegamos a Calcuta. El viaje fue una odisea: el avión nos dejó en Nueva Delhi y de ahí hasta acá tomamos el tren. Se suponía que iba a salir el martes , pero no sé bien que fue lo que paso y terminó saliendo el jueves. Buscamos un lugar donde parar y recorrimos la ciudad. A vos te hubiera encantado; a mi no tanto. El viaje fue eterno: cuatro días de parar y subir en todas partes. Desde que el tren arrancó me sentí en una de esas películas que me hacías ver de chica. El olor te penetra los poros y los chicos corretean por todas partes. Todos prenden incienso y cantan.
Desde que llegamos Marian se pasa los días recorriendo el mercado. Le fascinan los olores que se funden, dice que va a aprender a cocinar. Es capaz de estar horas mezclando especias, pero hasta ahora no le salió nada comestible.
¿Cómo te cayó la noticia de que vas a ser abuelo? Joaco me mandó el video de la ecografía por mail hace unos días. Es tan lindo mi sobrino. Estoy convencida de que va a ser un varón. Debes estar chocho, siempre quisiste tener un nieto. Siempre pensaste que yo te lo iba a dar primero. Me decías que ibas a llevar a mis hijos a pasear por Disney , como nos llevaste a Joaco y a mi. Te reías y decías que ibas a comprar un cochecito de tres ruedas para llevar a tu nieto con vos mientras jugabas al golf. Perdón, papi, yo sé que me tocaba a mi. Yo hubiera querido… hubiera querido el vestido blanco, la fiesta, los hijos. No me tocó, papi, hay cosas que no se eligen. Yo sé que vos no pensás así, que te duele y que crees que lo hago de rebelde pero no Pá. Por eso nunca me llamás, porque estás enojado conmigo. Mamá dice que siempre que ella me habla vos al lado le preguntás como estoy. Pero vos no llamás. Ni siquiera un mail me escribís y yo te armo estas cartas eternas para tenerte cerca. Te extraño, papi, pero sé que a vos te duelo. No supe que otra cosa hacer aparte de irme para poder dejar de herirnos el uno al otro alguna vez. El problema es que ya no me quedan más kilómetros por recorrer y yo todavía te duelo; y vos a mi. Sé que soy todo lo opuesto a lo que alguna vez soñaste. Yo era la nena estudiosa de papá…
En unos meses va a ser primavera en Calcuta y los árboles que hoy mueren van a renacer naranjas y rojos. El olor a azahares va a volver a invadirlo todo y las novias van a caminar por las calles vestidas con sus tatuajes de henna. Voy a dibujarme , por fin, el tercer ojo que siempre sentí en la frente. Quizás yo también me case papá y hasta me haga un vestido blanco. Marian va a estar feliz de poder hacerse un sari de seda verde. Está enamorada de la India. Quizás yo también pueda caminar al altar ,papá, aunque sea agarrada de la mano de ella y no de la tuya.
Te adoro papi. Espero alguna vez volver a verte.
Tu hijita.
martes, 7 de octubre de 2008
Delirios madrugados
-Me prometiste hace ya tiempo sacarme de esta pila de recuerdos gastados. ¿ Dónde estabas?
-Te estoy buscando una casa.
-¿Tanto tardas ?
-Tiene que tener patio, juegos y perro. No es tan fácil- le contesté
-¿Vas a dejarme con la pila mucho tiempo más?
-Ahora que te veo...
Mi deseo gastado brilló ahora un poco más rojo. Me miro de reojo y amenazó con no volver. Le rogué por favor que no lo hiciera. Corrí un poco mis ideas torturadas y le hice un lugar en mi cabeza.
-Hay demasado ruido-me dijo mi deseo desde adentro- ,no puedo dormir.
- Ya vas a acostumbrarte.
- No paran de hablar
- Dormite y no les hagas caso. Vas a ver como se ofenden y se van.- lo acaricie desde lejos.
Mi deseo durmió, por fin, acunado por mis miles de voces. Quizás, ya no sea necesario encontrarle una casa.
sábado, 13 de septiembre de 2008
Palabras de amor
Él caminaba entre los pasillos abarrotados de gente de una librería del centro. Pasó sus manos sobre el lomo de los libros, como si las yemas de sus dedos fueran capaces de sentir qué necesitaba leer. Una mujer dormida descansaba entre libros despiertos; él posó una mano en su espalda . Sin saberlo siquiera la suavidad de esa piel se le coló en el cuerpo y guiado por el impulso compró un libro que jamás había escuchado nombrar.
Lo recibió la soledad de su casa en penumbras. Se acercó a la mesa y abrió el libro. La primera página trajo a sus ojos la certeza de tenerla cerca, y conoció con sólo seis palabras lo que había buscado toda una vida sin lograr encontrarlo.
Al otro lado de la página, la mujer dormida dudaba en despertar. Sintió correr por su cuerpo hecho de letras el calor de unas manos. Se le erizó la piel, el cuerpo se volvió agua y las piernas ganas de huir. Los ojos que la miraban sin ser vista le mostraban la certeza de otro mundo posible. Pero no hoy, no a ella. Ella no era piel, ni carne, ella no era pelo oscuro, ni hoyuelos en la mejilla; ella sólo era un sueño ajeno volcado en papel para reproducir, por fin, otros sueños. Ignacio la sentía en los dedos al pasar las páginas, en el olor agridulce de la tinta recién impresa, en el dolor de sus ojos con cada palabra.
Las horas en el trabajo, cerca de los números y lejos de ella, se le tornaban cada vez más eternas, como si el tiempo fuese capaz de estirarse siempre un poco más. Se acostumbró a volver a casa, a su compañía de palabras, pero cada nuevo acercamiento anunciaba el final. Una tarde, cada vez más cercana, el libro se terminaría y ella volvería a dormir en él, lejos de sus besos de cristal, de sus abrazos en la noche, lejos del sudor de sus labios.
Ella aún dormía aunque peleaba cada instante por despertar, por vencer el designio de su dios escritor y salir a su encuentro. Soñaba poder encontrarse con esa alma que se consumía con cada nueva llama, con el desperdicio de caricias al viento.Algo la retenía. Quizás el miedo de no sentirse digna a su lado, el miedo a ser sólo un cúmulo de letras, de no ser capaz de ofrecerle nada más.
Un día llegó en que el tiempo ya no pudo extenderse. Sólo quedaban cinco páginas y las saborearon juntos. Disfrutaron cada palabra como el que néctar de esa fruta que jamás comerían, bebieron a la distancia la humedad de los labios ajenos, se llenaron de luces y de sombras , de sueños heridos. Por fin, él se reclinó en su silla de siempre y leyó en voz alta las última palabras de un amor condenado:
“Y al roce de los cuerpos la llama que arde dejará, por fin, de consumirlo todo para lograr entibiar sus almas.”
Ignacio dejó el libro abierto sobre la mesa, finalmente, el eco de las palabras se volvió volutas de humo y lo cubrió todo.
viernes, 5 de septiembre de 2008
100 veces no puedo
Blanca la espera, la desazón, el delirio.
Rojo alarido.
sábado, 23 de agosto de 2008
Flagelo
Creíste haber vuelto a tu costumbre fuertemente arraigada de mojar la cama por las noches; pero no. La luz que entraba por la ventana que olvidaste abierta, te mostró el rojo de tu colchón bañado en sangre. Corriste a darte una ducha pero todavía faltaban dos horas para que el despertador osara arruinar tus sueños.
El miedo al baño de sangre te volvió bicho-bolita acurrucada en un rincón oscuro de tu living. Jugaste a ser invisible pero amaneció, como cada mañana, y sentiste miedo de tu propia sombra.
Fuiste hasta el cajón y sacaste el pantalón de raso negro. Una pierna, luego la otra y escuchaste el ruido de la costura al romperse. No fue lo único que no resistió más.
Sacaste hilo y aguja del botiquín y sellaste tus labios contra el raso negro sin derramar una lágrima.
Para que nada más entrara, para que nada más saliera.
domingo, 10 de agosto de 2008
Simbolos
Mi silla rosa miniatura clavada al piso entre las sillas azules; ellas fijas. Pero a veces es peor. De vez en cuando se mueven y bailan alrededor mío, pero a mi me siguen dejando clavado, inmóvil, casi muerto. Quiero salirme y no puedo; quisiera obligarlos a moverse, pero tampoco funciona. En puntas de pie, escabulléndome, me aleje de mi silla. Caminé alrededor de ellos que seguían sin verme, les revolví el pelo, jugué a las escondidas. Seguían estáticos, en la misma posición de antes, sus miradas en blanco fijas en sus no-ideas, en la preponderancia del azul hasta que el ruido de un vaso que tiré al piso en mi intento por colgarme del techo, los despertó.
lunes, 4 de agosto de 2008
Para corazones heridos
por un rato
de tu cuerpo
Llorar con letras tu ausencia
Encontrarte en algún cine
Sacarme con tu mano
la máscara de la comehombres que nunca fui
Para volver a ser cachorros
a lamernos cada herida, cada lágrima
a dormir enredada en tu cuerpo y despertar
otra vez
jueves, 24 de julio de 2008
Algo viejo...
Mientras se refregaba los ojos despegó su espalda del asiento, buscó en su bolso los anteojos y se los puso. Miró alrededor; todos dormían. No era de extrañar, nadie nunca se paraba a mirar cuando el tren se detenía de madrugada. Marcos quiso volver a dormir pero no pudo. Se sentía incómodo, extrañaba su cama.
Miró por la ventana, resultaba imposible divisar siquiera una vaca. Como impulsado por su propio espíritu ahora sesenta años más joven decidió salir a fumar un cigarrillo. Sintió el aire golpearle la cara. Despertó. Desde la muerte de Juana sus ganas de vivir se habían ido extinguiendo, los días le resultaban interminables.
Ahora el viento lo volvía a la vida, le restaba años, le devolvía el aire a sus ya cansados pulmones. Sintió ganas de correr. Movió una pierna, luego la otra. Uno tras otro sus pasos lo alejaron del tren. Caminaba entre nubes: sereno y a la vez extasiado. Corrió.
En medio de la noche cerró los ojos y sintió su cuerpo deslizarse, latir. Corrió por siglos hasta que una pared lo devolvió a la realidad. Había chocado contra ella y cayó al piso. Cuando volvió en sí abrió los ojos; ya era de día. La luz lo lastimaba pero era imposible apagarla. Ante sus ojos emergió un rostro conocido: Juana estaba a su lado joven y hermosa como el día que la conoció. Lloraron juntos.
Juana lo guió por calles que no conocía pero que le recordaban a su pueblo en cada detalle, en cada pared despintada y cada cartel. Siguieron caminando hasta encontrar la casa donde se habían dado su primer beso, hace tiempo, en ese mismo zaguán cuando la madre de Juana por fin se distrajo. Entraron. Juana lo tomo de la mano y lo llevó hasta un dormitorio al que nunca había podido entrar en su juventud. Lo acostó en su cama como si fuera un niño y lo arropó. Marcos la miró con los ojos enamorados con la que la había visto cada mañana durante casi cincuenta años. Juana le dio un beso en la frente y él cerró los ojos.
jueves, 10 de julio de 2008
Condena
para buscar en el fondo
el aire que te niega la superficie
Vas a tener que cortar cada hilo que te sostenía
solamente
para lograr rearmar el nudo
para rascar tus entrañas
con las uñas de algún gato
y romper cada fibra de músculo
domingo, 29 de junio de 2008
En el espejo

Mejor me pongo los jeans con una remerita y punto ¿Me pinto? Me pinto pero no mucho. Un poco de rubor, un poco de brillo en los labios sino parezco una de esas muñecas de porcelana que me traía papá cuando viajaba. No me olvido más, me llenaba el cuarto de muñequitas de porcelana perfectas y cuando tenía ocho , diez, hasta doce años bueno pero a los quince a los dieciséis a los ¿veinte?Si me llega a ver ahora toda preocupada por ver que me pongo para salir con un tipo se muere o me mata o quizás lo mata a él. ¿Me pongo el perfume de siempre o abro el nuevo? Odio la incertidumbre. No saber que pasa, que esperar, que no esperar. Odio la idea estúpida de que te gusto y me gustas pero hay que hacerse los pelotudos, dos pelotudos grandes jugando a las escondidas, como si yo no supiera que vos me querés coger y como si vos no supieras que yo quiero pero me voy a hacer la que no porque qué diría papá y la abuela que de la cintura para arriba todo y de la cintura para abajo nada y peor, qué dirías vos. Esta mina es re fácil al final son todas putas.
Y yo que no quiero ser puta, porque no quiero ser descartable, porque cada vez que me tiran me duele, porque me quiebro y entonces me acuesto y dejo de querer salir y todo se vuelve negro otra vez y al otro día no me quiero levantar, pero NO. Porque seis horas más tarde hay que empezar de nuevo porque el mundo no para ni aunque le pongas freno de mano porque nadie nunca te espera y porque sino corrés el mundo te deja atrás y no lo alcanzas más y gira y gira y gira.Y vos que lo único que querés hacer es dormir y no sentir no pensar no latir no creer no esperar y NO, NO y NO. Pero hay que ir al trabajo y a la facultad y pagar las cuentas y bañarse y comer y todo eso que todos los días lo haces casi sin darte cuenta, como respirar, de repente se replantea se piensa se sufre.
¡Ay que ganas de no salir! Es todo igual ,siempre igual: uno sale no piensa , se ilusiona piensa y el teléfono no llama y el no llega y nunca llegan y todo se va, desaparece , muere porque la gente muere a cada instante en todos los instantes y cuando no venis te moris, te moris porque dejás de existir , dejás de ser porque si no venis yo no te veo y para mi ,que soy un bebé, que si no te veo no estás. Y si no estás debe ser porque te moriste y va a haber que ir a tu velorio y me voy a vestir de negro con el vestidito ese de fiesta y voy a llorar y voy a parecer una puta. Amor desamor, ilusión desilusión y caer. Tropezar una y otra vez con la misma piedra y yo no quiero ¡no quiero, no quiero!. No quiero quererte ni a vos ni nadie , no pienso querer a nadie si total
viernes, 20 de junio de 2008
Aires cálidos desde Venezuela
Marumba, negrita mía:
Bailabas al compás de tres compases. Al compás de tus caderas y al latir de otros latidos, de los corazones que salían a la calle cada vez que bailabas por el pueblo con la excusa de hacer las compras.
Hiciste vibrar a generaciones de hombres que no se atrevían siquiera a acercarse al tesoro de tus ojos verdes y tu piel color oliva. Generaciones de hombres de mar que retrasaban sus velas para ver tu cabellera recién levantada en la ventana.
Caminabas por la vida bailando. El cuerpo lleno y el corazón tan solo, tan lejos de esta playa y tan cerca del Viejo Mundo. Bailabas para olvidar a tu amor perdido, al único hombre del pueblo que jamás reparó en tu cintura.
Un día, negrita mía, te quedaste sin camarones para la cena y bajaste al puerto a buscarlos. Ninguno de ellos se atrevió a hablarte, vueltos piedra por tu hechizo de Medusa, pero yo no te conocía. No había aprendido del encanto de tus caderas, ni del de tu forma de hablar cantando , ni de tu olor a jazmines perennes así que te vendí camarones y, justo antes de dártelos, subí la vista. No tuve más opción que enamorarme de tu piel oliva y de tus ojos verdes. Miraste mi pelo rubio, casi ceniza, mis ojos mar , mi piel roída y se te iluminó la sonrisa. Me dijiste Marcos y no te lo negué nunca; como si negué mi patria y hasta mi religión por la alegría de dormir cada noche entre tus piernas.us piernas.
Justo ahora, antes de verte llegar al altar vestida de blanco, quería confesártelo: me llamo Juan Antonio, negrita. Aunque podés seguir diciéndome Marcos
martes, 17 de junio de 2008
La otra herida
Los días pasan y ese instante se aleja cada vez más en el tiempo, sin embargo, toda idea, pensamiento o recuerdo me trae de vuelta a la hora cero. Cuando dejé de ser yo para convertirme en ella.
La muerte nos vuelve otros.
Facundo tenía cuatro meses. Cuatro meses desde el instante en que finalmente lo sentí dentro mío. Un universo crecía en mi cuerpo. Facundo latía, pensaba, sentía. Facundo era nuestro, MIO.
Me desperté a la mañana y fui al baño, como siempre. Mientras yo hacía pis Rodrigo se lavaba los dientes. Vi sangre en el inodoro mucha sangre y aullé. Rodrigo me acostó en la cama y llamó al médico lo más rápido que pudo. Media hora más tarde el doctor estaba parado al lado mío. Sus labios se movían pero me era imposible interpretar lo que decía. Los movimientos de su boca me llevaban a una cueva en lo más profundo de mi ser. Sentí los dedos que me revisaban por dentro. Lloré de dolor, de miedo, de desconcierto. Rodrigo había ido a abrirle la puerta al médico: estaba sola, sola en una cama gigante, en una cáscara de nuez en el mar, pérdida, desamparada. Grité el nombre de mi hijo con todas mis fuerzas. Rodrigo me encontró en posición fetal en la cama.
Vas a tener que calmarte. Facundo está bien pero todavía hay riesgos. Vas a tener que quedarte en cama. Nada de moverte, nada de gritar, tenés que estar tranquila. Me voy a quedar todo el tiempo con vos. Yo los amo no les vas a pasar nada. Fabiana, ¿me escuchaste?
Lo había escuchado. Hice una mueca, intenté decir que sí. Me sentía disociada, mi cuerpo no me pertenecía, sólo podía sentir el dolor de mi hijo y la sangre que todavía me corría por las piernas. No podía siquiera moverme estaba aterrorizada. Rodrigo se acercó con una taza de té.La tomé y me quedé dormida.
Pasaba el tiempo: me era imposible dilucidar si eran minutos u horas, días o semanas. Escuchaba a kilómetros de distancia las voces de mi madre, la de mi hermana, la de Rodrigo que se esforzaba por traerme de vuelta, los médicos que me rogaban colaboración. No podía responderles. Me había enquistado a un costado de mi útero, al lado de Facundo en mi intento por escucharlo latir, por sentir su vida aún presente. Pasó. De repente, sin aviso previo, dejó de latir . Esos golpecitos rápidos que nos ataban a los dos a la vida habían desaparecido.
Abrí los ojos. Vi a toda mi familia pegada a mi cama. Sus gestos lo decían todo : hacía una semana que no me movía , no hablaba , me negaba a comer. Rodrigo le había rogado a los médicos que hicieran lo posible por continuar el embarazo. Sabía que yo no podía cuidarme, me cuidó él por mi. Me alimentó a cucharitas.
Abrí los ojos. Ya pueden irse, Facundo se fue. El médico se abalanzó sobre mí, puso el gel frío en mi panza y comprobó lo que yo ya sabía: los latidos habían desaparecido. Quisieron abrazarme, consolarme, no había nada que pudieran hacer. Les grité que se vayan. Rodrigo se negó a obedecerme.
Yo te entiendo. Sé que lo buscaste toda la vida. Sé que lo buscamos hace cinco años. Pero tenés que seguir. Tenés que seguir porque hay más vida, porque vamos a tener otros hijos, porque yo sin vos no sé qué hacer.
¡Estaba adentro mío! Yo lo sentía. Yo sentí el exacto momento en que me volviste madre. Yo sentía sus latidos aunque no sea posible. ¡No podés entender lo que siento!
Cerré los ojos y volví a dormir. Veía el sol aparecer y desaparecer entre las rendijas de la persiana, a Rodrigo traerme comida, veía el mundo pasar a mi lado y seguía sin poder moverme. No podía siquiera pronunciar una palabra, había olvidado como posicionar mi lengua para emitir un sonido, como darle la orden a mis músculos de que muevan, aunque sea, uno de mis dedos.
Un día escuché a Rodrigo decirme que el no podía seguir peleando por mí, que no le había dejado opciones, que no me había dejado opciones. Me acompaño en la ambulancia.
La ventana de mi cuarto se ha convertido en todo mi mundo. Rodrigo viene siempre a visitarme. Cada día en terapia repito lo mismo: algo murió dentro de mí.
lunes, 2 de junio de 2008
Historia de una batalla

I
En el principio tu cuerpo se asemejó a otro cuerpo
Fuiste filo grieta herida
En el principio tu esencia fue no ser
fuiste falta
En el principio La Nada fue creadora
luego la reemplazaste
Diste forma nutriste creaste
Fuiste cobijo de sueños propios y ajenos
de visiones de un futuro no perdido
de la esperanza guardada en lo más profundo de tu alma
de todas las almas
Fuiste pan calor cuna
Fuiste tierra y agua
divinidad proveedora
Diste frutos y quedaste sepultada
Vigilada por barrotes de tul
por siglos de obediencia
por aquellos monstruos
que alguna vez creaste
Obligada a dar a recibir a ser objeto
II
Gritaste desde lo más profundo de tu grieta el dolor de tu ofensa
Quisiste traspasar el muro
derribarlo con tu cuerpo desnudo
ganar en meses lo perdido en siglos
ser dueña
elegir cuando
Desgarraste el vestido de tules
Quisiste Ser No estar No cumplir
Ser capaz de todo
de vivir una vida independiente de tu vientre
de tu histeria fundante
Independizarte de todo
De todos
Lo lograste
O casi
Y ahora que
tu cuerpo o el suyo
tu libertad de elegir o tus ganas de anclar
la cuna o vos
Ahora el dilema
domingo, 11 de mayo de 2008
Sueños de matriz

La penetró con fuerza, ella abrió los ojos como naciendo de nuevo ; y gimió.
En alguna otra parte la rueda girará de nuevo.
martes, 6 de mayo de 2008
viernes, 25 de abril de 2008
Mirame

Ahora es mi turno. Rompeme. Jugá conmigo como jugaste con el espejo. Quiero ser cristal entre tus manos. Porque yo también necesito esfumarme , deshacerme, contradecirme.
Ahora, con nuestras piezas mezcladas, es hora de armar el rompecabezas de nuestros días, de juntar las piezas, y , por fin, con el corazón hecho pedazos, jugar a encastrarnos.
miércoles, 16 de abril de 2008
La mujer rota
Antes: espejo de mi alma, refugio, patio de juegos.
¿Qué te he hecho? ¿En qué te he convertido?
Aquella piel, alguna vez blanca,
se ha vuelto transparente
y te deja verme a trasluz.
Se ha vuelto tan fina que
no me protege
no me separa
no me distingue:
todo me toca, todo me llega .
Mi patio de juegos se ha vuelto tormenta.
¿ No eras acaso un espejo de mi alma?¿ O es esta mi alma?
Quizás a vos también te dejé destrozada.
sábado, 5 de abril de 2008
Otro viaje en colectivo
de no encontrarme,
de no encontrate,
de buscarte por las calles , desesperada.
Perdida en este infierno de saber que no puedo verte,
simplemente,
porque no logro verme;
de mi cama deshabitada por las noches
y poblada en las mañanas,
de las sábanas enroscadas sobre mi misma,
de las ausencias acumuladas;
las que no son, pero serán.
Me presento: escribo
que no se rinde, que no baja los brazos.
Profesión: Inquieta, disconforme , perfeccionista extrema en intento de recuperación.
Estado Civil: Soltera, con tendencia a la compañia. Para alejar fantamas y terrores nocturnos.
Hechas las aclaraciones del caso... Aquí estoy: me entrego.